“Dagli Apennini alle
Ande”. Dalla terza puntata di “Cuore”, sceneggiato RAI del 1984 diretto da
Luigi Comencini. Ispirato al racconto mensile di maggio nel romanzo originale
di Edmondo de Amicis. Prima
messa in onda: giovedì 18.10.1984.
Espacio para compartir los múltiples encuentros entre la literatura argentina y la italiana.
martes, 31 de enero de 2017
Manual del Inmigrante en la República Argentina, de M. A. Pelliza (1888)
«La
Constitución y las leyes respecto á la inmigración y las colonias
El artículo 25 de la Constitución
establece que el Gobierno Federal fomentará la inmigración europea; y no podrá
restringir, limitar, ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio
Argentino, de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar
las industrias é introducir y enseñar las ciencias y las artes.
La ley de inmigración y colonización de
1876, tuvo por objeto regularizar las oficinas respectivas, dándoles
atribuciones propias y los medios de cumplir el precepto constitucional en
órden á la seguridad y conveniencia de los inmigrantes que, por su espontánea
voluntad, quisieran dirigirse á la República Argentina. En este sentido no solo
ha creado la Comisaria General que funciona en Buenos Aires, sinó que ha
establecido Comisiones dependientes de ésta que prestan sus servicios en las
ciudades y villas de las catorce provincias argentinas y en los territorios
nacionales.
Las Comisiones de Inmigración tienen á su
cargo, no solo cuanto se relaciona con el recibo, alojamiento y colocacion de
los inmigrantes, sinó que deben hacer propaganda en sus territorios demostrando
las conveniencias que ofrezcan para la inmigración, tanto en las industrias
existentes como las que pudieran crearse en las localidades de su dependencia.
En la Comisaria General de la Capital, lo
mismo que en las principales dependencias de ésta en las Provincias, existe una
oficina de trabajo con el objeto de facilitar á los inmigrantes pronto y
ventajoso acomodo, atendiendo á los pedidos que se les dirija de profesores,
artesanos, jornaleros ó labradores; procurando condiciones ventajosas para la colocación
de los inmigrantes y cuidando de que ésta se haga al lado de personas
honorables.
En los puntos donde no haya Oficina de
Trabajo, corresponde á las Comisiones de Inmigracion desempeñar estas
formalidades, para que los inmigrantes no sean perjudicados en sus contratos.
Por esta solicitud paternal del Gobierno
y el cuidado que tiene la Comisaria General de distribuir la inmigración donde
sea mejor remunerado su trabajo, todos los inmigrantes que llegan al país
obtienen al momento buenos destinos proporcionados á sus aptitudes, y no están
un solo dia sin ganar sueldo, especialmente los agricultores.
[…]
Colocacion
de las economías del inmigrante
Como en la República Argentna se gana
bastante dinero, y es punto importante saber el destino que ha de dársele
cuando estas ganancias no se producen en el comercio, en cuyo caso cada
comerciante sabe el giro que ha de dar á sus capitales, diremos: que tanto los
artesano como los jornaleros tienen modos diversos, lo mismo que los
agricultores y peones, para poner sus economias á interés con la mayor
seguridad.
En la capital y en las provincias
principales existen oficinas del Banco Nacional que reciben al premio de cinco
y seis por ciento al año, los ahorros y pequeñas sumas de los obreros.
Además del Banco Nacional y sucursales de
éste, en la provincia de Buenos Aires está el Banco Provincial con sus
sucursales tambien en los pueblos más importantes de aquella jurisdiccion.
En la ciudad de Buenos Aires son
numerosos los establecimientos bancarios que reciben á interés el dinero en
pequeñas cuotas; asi es que cada inmigrante puede elegir el Banco de su
nacionalidad si no prefiere los del pais, pues hay dos Bancos ingleses, dos
italianos, uno alemán, uno francés, uno español y el gran Banco de Carabassa
que toman dinero á premio y dan giros y cartas de crédito para todos los
pueblos de Europa, pagaderos á la vista por cualquier cantidad por pequeña ó
elevada que sea. De este modo los que tienen sus familias en su tierra pueden
hacerles llegar las sumas que quieran enviarles, con la mayor seguridad.
Antes de pensar un extrangero pobre en adquirir
propiedades, que es la mejor colocacion que en definitiva encuentra el dinero en este país
de progreso, por el aumento constante de valor que obtienen los bienes raices,
debe tratar de que sus economias le produzcan la mayor renta posible. En este
sentido pueden emplear su plata en cédulas hipotecarias, que son titulos de
renta garantidos por los Gobiernos y por los bienes particulares afectados por
la hipoteca. Las cédulas se cotizan siempre con un descuento de quince á veinte
por ciento en las que tienen de interés anual el ocho por ciento, lo que hace
que el interés se eleve para el comprador de las cédulas al diez por ciento.
Estas cédulas se amortizan por sorteo y el que tiene una cédula de mil pesos
que la ha costado ochocientos, si sale sorteada recibe integros los mil, pudiendo
reponer su cédula otra vez y quedarse con doscientos pesos de utilidad que
respecto al capital empleado es el veinte y cinco por ciento de beneficio.
Los intereses de las cédulas se cobran al
vencimiento justo de cada trimestre, y tanto los cupones que fijan la renta
como los títulos son trasmitibles sin necesidad de endoso.
De estas cédulas hipotecarias las hay
nacionales y provinciales de Buenos Aires; unas y otras están perfectamente
garantidas, y el jornalero como el artesano y el agricultor pueden poner sin
peligro sus ahorros en estos títulos comprándolos mensualmente si quieren,
pues, hay cédulas desde cincuenta pesos ó sean doscientos francos hasta mil
pesos ó sean cinco mil francos, y como son papeles cotizables en la Bolsa de
Comercio de la Capital nadie puede ser engañado en los precios, porque los
diarios anuncian mañana y tarde el valor de los títulos negociados en el dia.
Sirven tambien las cédulas para garantir préstamos en dinero y en cualquier
momento se venden.
Podria señalarse otros medios de colocar
el dinero, quizá con mayores ventajas, pero no lo hacemos sino de aquellos muy
seguros y que en ningun caso puede comprometerse ó perderse en perjuicio del
inmigrante.
Oficinas
de información
No corresponde á esta publicacion hablar
de los beneficios que producen en la República las expediciones comerciales y
lo mucho que se gana en el comercio de importacion y exportacion, al extremo de
levantarse en pocos años fortunas colosales que llegan á varios millones de
farncos. En este punto remitimos á los fabricantes y capitalistas europeos á la
consulta de los Agentes de Informacion que sostiene el Gobierno Argentino en
las principales ciudades del viejo y nuevo continente cuyas direcciones
apuntamos mas adelante.
Fuera de estas oficinas creadas con el
objeto de dar á conocer en el exterior los progresos de la República, sus
industrias florecientes y la facilidad de proporcionar á los capitales extranjeros
un empleo ventajoso, hay Cónsules Argentinos en todas las ciudades y puertos de
alguna importancia, donde los comerciantes como los profesores, artesanos, agricultores
y simples jornaleros pueden tomar informes respecto del pais y las seguridades
que ofrece á toda clase de personas.
Los que tengan algún capital y lo
introduzcan con ellos pueden estar convencidos de que ya sea en los Bancos ó en
títulos de renta, obtendrán un beneficio mayor que el que podrian conseguir en
Europa; esto es si no prefieren especular con su dinero entrando en empresas
mas lucrativas como son la compra de casas, tierras para la agricultura, campos
para la cria de ganados ó fundación de nuevas industrias ó explotacion de las
muchas muy lucrativas ya establecidas en el país.»
M. A. Pelliza, Manual del inmigrante en la República Argentina. Publicación
oficial. Buenos Aires: Imprenta del Courier de La Plata, 1888.
viernes, 27 de enero de 2017
La emigrazione italiana nella Repubblica Argentina, de Giovanni Graziani (1905)
«PREFAZIONE
Dell’Argentina e dell’emigrazione
italiana nell’Argentina quanti non hanno parlato e scritto? Abbia il cortese
lettore la bontà di gettare l’occhio su alcune delle numerose note
bibliografiche che fanno seguito al mio testo, e potrà constatare come l’argomeno
anzidetti sia stato trattato da numerosi scrittori ben superiori di me per
profondità di erudizione e per forza d’ingegno.
Fu dunque audacia la mia di scegliere
per le mie investigazioni di studioso un campo così esplorato dai geografi e
dagli economisti?
Ognuno avrebbe il diritto di crederlo
qualora io non sentissi il bisogno di dichiarare anzitutto, che un sincero
sentimento d’amor patrio mi spinse ad opera così ardua e difficile, perché fine
supremo del mio lavoro fu per me, quello di scuotere dall’accidia atavica i
miei concittadini, col rammentare a quanti sentono pietà di patria e fierezza
di uomini liberi e civili, che in lontane terre, perduti non si sa quando, non
si sa come, trascinano una vita derelitta centinaia di migliaia di fratelli, scacciati
dalla miseria dal suolo natío, spinti lontano da fallaci lusinghe di guadagni
e, ciò che più addolora, raggiunti continuamente da migliaia di insensati che
senza idee, senza propositi, senza meta, muovono verso lidi ad essi del tutto
sconosciuti, attratti unicamente dalla seduzione dell’ignoto, abbarbagliati
dalla speranza radiosa della ricchezza.
Io non presumo di rivelare niente di
nuovo, chè, ancora tre anni or sono, un egregio italiano, Luigi Barzini, a cui
io molto debbo del mio lavoro modesto, inviato dalla Direzione del giornale “Il Corriere della Sera” nell’Argentina,
per investigare le vere condizioni della colonia italiana, in una serie di
bellissime corrispondenze, dalle quali derivano molte mie reminiscenze e
citazione, primo fra tutti coloro che, incaricati del medesimo mandato, si
erano lasciati circuire e corrompere dai figli del paese, scrivendo meraviglie
di quella Repubblica, osò dire il vero, rivelando le condizioni deplorevoli in
cui erano abbandonati i nostri contadini, esposti alle frodi ed alle violenze
dei proprietari ed all’arbitrio di una Giustizia venale, rivelando la
corruzione dell’Amministrazione di quel Paese, che adesso, – questo fra
parentesi – sembrerebbe avviato, una buona volta, in una savia politica di
ravvedimento.
Oltrecchè saper di compiere opera
patriottica, tentando di destare negli Italiani della Penisola un sentimento di
nobile solidarietà in favore dei fratelli del Plata e di promuovere fra la
opinione pubblica italiana e quella argentina quella cordiale intesa, che solo
può stabilirsi fra due Nazioni quando si sono reciprocamente conosciute e nei
loro pregi e nei loro difetti, io sapevo anche che il mio modesto libro poteva
rispondere ad un altro scopo: quello di raccogliere quante notizie sui più
disparati argomenti erano state scritte intorno all’Argentina ed alla
emigrazione italiana e, con un lavoro paziente di analisi e di sintesi
subordinato alle norme di un rigoroso metodo scientifico, sì nella ricerca,
come nell’esame e nel controllo delle fonti, di presentare un tutto
organicamente costituito e plasmato sopra un ordine di considerazioni
soggettive, le quali non escludono tuttavia un esame obiettivo dei fatti, ma ne
costituiscono invece una interpretazione individuale e originale.
Del resto i tempo corrono e, in breve
volgere d’anni avvenimenti impreveduti o no incalzano senza tregua e danno
talvolta una modificazione o meglio un orientamento nuovo al vivere sociale,
quando le condizioni stesse della Società non sieno quelle che li determinano.
In ogni modo eventi grandi o piccoli si
succedono ogni giorno e la società ad ogni istante trova fattori che la
modificano.
Libri come il mio, sono di quelli che
appena esposti al pubblico hanno un lieve pregio – sarà magari l’unico – che è
quello di trattare di cose recenti: sono, come si usa dire oggidì, di
“attualità”.
Avranno magari la vita di un mese, ma,
al momento in cui escono, godono di una certa attrattiva, inquantochè,
trattando le ultime vicende sociali di una data nazione o di più nazioni,
presentano quella o quelle nelle condizioni in cui si trovavano ieri od oggi
stesso.
Se dunque audacia fu la mia di trattare
argomenti già da altri, ben più esperti di me, per l’innanzi studiati, tale
audacia troverà, spero, presso il cortese lettore, una giustificazione che ne
attenui la gravità, quando avrà compresso che io, altrochè tentare opera
patriottica, ho voluto trar profitto della natura tutta propria dell’argomento
la quale, metre lo renderà domani suscettibile di essere studiato da altri
meglio che non sia stato da me, a me permise, dopo di aver ricapitolato l’opera
di coloro che lo studiarono per lo innanzi, di prendere le mosse verso lo
svolgimento di una sua parte nuova, sopra indagini ed osservazioni mie
speciali.
Senonchè, per ottenere il mio scopo, ho
dovuto sobbarcarmi ad un paziente lavoro di ricerca, di esame e di controllo
delle fonti, nè le notizie scritte, quali si rilevano dai vari testi, potevano
bastare alle mie investigazioni, come quelle che risultavano spesso
contradditorie e talora fallacci o inverosimili; ma, per ottenere la piena
sicurezza, sono stato costretto a ricorrere alle fonti orali, consultando
persone che conoscono perfettamente l’Argentina per avervi a lungo dimorato o
per avervi fatto fortuna, e così fu mia cura di ricorrere per speciali
informazioni ad industriali italiani, propietarî di stabilimenti nell’Argentina,
fra i quali debbo ricordare con animo grato, Antenore Beltrame, vicentino, che
oggi è a capo di una vasta azienda in Cañada de Gomez, a professionisti, a
impiegati, ad artigiani ed anche ad umili contadini che, meglio di tutti gli
altri, hanno potuto conoscere il paese, per aver sperimentato direttamente,
rimettendo del proprio, quel lontano regime politico-amministrativo.
Contuttociò io mi trovavo spesso in
difficili condizioni perchè, mentre, seguendo rigorosamente la logica dei
fatti, mi credevo condotto a stabilire un giudizio sicuro, a mio avviso, perchè
basato sopra l’armonico accordo dei dati, un dubbio impreveduto, dovuto ad una
nuova indagine, rovesciava il mio edificio e sconvolgeva i miei piani. Ho
dovuto perciò procedere con grande cautela nel pericoloso lavoro dell’esame
degli autori, reso edotto dall’esperienza delle difficoltà a cui conduce la
leggerezza nella interpretazione delle fonti. Difficoltà maggiori le mie, inquantochè
il mio argomento fu trattato, a differenza di molti altri, da parti
interessate, le quali non si proponevano come mèta la verità, ma ritornavano
sui soliti pregiudizî inveterati, quando la passione politica non avesse
falsato arbitrariamente i fatti, per condurre artificiosamente a conclusioni
prestabilite.
Ho voluto attingere alle fonti
ufficiali dei Governi Sud-Americani, ma la poca serietà di quei Governi, non
poteva rendermi sicuro dei dati da essi fornitimi. Sono ricorso, allora alle
fonti orali, ho interrogato persone che conoscono bene l’Argentina, e forse è a
loro che io devo i giudizî più equilibrati e più sicuri.
Prima però di por fine a questa
prefazioni, desidero di porgere i sensi della mia più profonda riconoscenza a
quelle illustri persone e a qulli spettabili Enti morali d’Italia e d’Oltreoceano,
che con sentimenti elevati di patriottismo o benevoli di simpatia per la mia
opera modesta, vollero degnarsi di sovvenirmi di preziosi suggerimenti e di sussidî
bibliografici. Ed ora, fra gli argentini, vada il mio riconoscente saluto a
Giovanni Alsina, direttore della Divisione d’Immigrazione, vada a Stanislao
Zeballos, a Martin y Herrera professori illustri dell’Università di Buenos
Aires, ed al gentile figlio di quest’ultimo, vada, fra gli italiani, a Domenico
Tomba che continua a Mendoza, le belle tradizioni del rey del vino, a Giuseppe Pennesi dell’Univrsità di Padova, mio
illustre maestro, a Luigi Bodio, ad Ausonio Franzoni, autore di pregevoli lavori
a cui mi sono spesso informato, al console Romej di Bologna, ed, in special
modo, alla patriottica Camera italiana di Commercio ed Arti di Buenos Aires,
che mi onorò di un pregevole dono, inviandomi quel bellissimo volume al quale
si sono ispirati varî scrittori italiani di cose economiche, del titolo: “Gli
Italiani nell’Argentina”.
Mentre esprimo pubblicamente la mia
riconoscenza a tutte queste egregie e cortesi persone che desidero segnalare
alla pubblica lode, do fine a queste povere parole di proemio ed invito il
gentile lettore a seguirmi..... nelle
mie peregrinazioni nell’Argentina.
L’Autore
Chiavenna, 1.° Marzo 1905.»
Dott. Giovanni Graziani. La emigrazione italiana nella Repubblica
Argentina. Opera corredata da recentissimi dati statistici seguita da numerosi
allegati e da ricca notizia bibliografica. Torino – Roma – Milano – Firenze
– Napoli, Ditta G. B. Paravia e comp. (Figli di I. Vigliardi-Paravia), 1905.
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jueves, 26 de enero de 2017
Lettera al ‘Nuovo giornale d’Italia’ sull’emigrazione in Argentina, de Giuseppe Di Vittorio (1947)
«Signor direttore,
poiché il vostro giornale d’ieri sera
ha pubblicato un violento attacco contra la Cgil a proposito dell’emigrazione,
chiamando in causa direttamente il sottoscritto, vi prego di pubblicare
integralmente la seguente risposta:
1) Il problema dell’emigrazione è per
il nostro paese un grave problema sociale, nazionale ed umano, del quale
chiunque crede di doversene occupare, dovrebbe farlo con senso di obiettività e
di responsabilità, senza abbandonarsi ad attacchi bassi e privi di ogni
serietà, almeno per non dare l’impressione che si è al servizio di negrieri e
di schiavisti in cerca di lavoratori abbandonati al proprio destino e che
perciò possano essere sottoposti allo sfruttamento più feroce e inumano.
2) La Cgil che – contrariamente all’affermazione
menzognera del vostro giornale – è l’organizzazione più libera e democratica
che esista in Italia, e che perciò non può essere stata ‘presa’ de nessuno con
la ‘prepotenza’, segue una direttiva molto chiara e semplice nella questione
dell’emigrazione. Questa direttiva, nella quale concordano tutte le correnti
esistenti nella Cgil, si può così riassumere: a) favorire l’emigrazione dei
lavoratori italiani in qualsiasi paese tenendo conto di non far mancare la mano
d’iopera spezializzata per la ricostruzione dell’Italia e di assicurare al
lavoratore italiano all’estero la protezione e l’assistenza – in tutta la
misura del possibile – dello Stato democratico e delal Confederazione del
lavoro, in modo che l’emigrato non abbia a trovarsi isolato e indifeso e quindi
facile preda di sfruttatori senza scrupoli; b) poiché nel momento attuale sono
numerosi i paesi che domandano manodopera italiana, dare maggiore preferenza a
quelli che offrono migliori condizioni economiche e morale ai nostri lavoratori
e maggiori vantaggi al nostro paese (come quello del pagamento in materie prime
indispensabili ecc.); c) ottenere che le garanzie per i lavoratori siano tanto
più precise e sicure quanto più il paese d’immigrazione è distante, dato che la
distanza e il costo del viaggio renderebbero il lavoratore praticamente
prigioniero del datore di lavoro e quindi messo in condizione di subire
qualsiasi vessazione.
Nei confronti di una possibile
emigrazione in Argentina la Cgil non ha avuto e non ha nessuna opposizione di
principio. I suoi rappresentanti nella commissione governativa, che esamina il
rativo progetto di accordo, si sono limitati a sostenere proposte dirette a
evitare dolorose sorprese per i nostri lavoratori, ispirandosi alle direttive
generali di cui sopra. Tutto ciò che si afferma in contrario è falso ed è
diretto a impedire che i nostri lavoratori abbiano le garanzie neccessarie.
3) Contrariamente alle affermazioni del
vostro articolo di ieri, l’intervento della Cgil nelle trattative con vari
paesi (Belgio, Francia, Cecoslovachia ecc.) non solo è stato diretto ad
ottenere le migliori condizioni per i nostri lavoratori ma anche ad eliminare
difficoltà e ritardi di ordine burocratico nell’attuazione. Anzi, allo scopo di
rendere più solleciyo il reclutamento e la partenza degli emigranti, la Cgil ha
rivendicato questi servizi alle Camere del lavoro provinciali. Intanto questo
intervento della Cgil a cui voi attribuite così tenebrose quanto sciocche
intenzioni è valso per esempio a far dare alle migliaia di lavoratori che hanno
già emigrato in Francia – e ai 200 000 che ancora possono emigrare in quel
paese – gli assegni familiari anche per i figli che rimangono in Italia, oltre
che la facoltà di effettuare le rimesse in Italia in misura soddisfacente. Per
ottenere gli assegni familiari per le persone a carico del lavoratore rimaste
in Italia, è stata necessaria l’emanazione d’una nuova legge da parte del
governo francese. Questi sono vantaggi concreti che non interessano al vostro
giornale ma interessano molto ai lavoratori italiani.
4) Cadendo nel genere letterario da
romanzo giallo, il vostro articolo afferma che con la politica dell’emigrazione
seguita dalla Cgil ‘un continente nuovo come l’America non avrebbe potuto
essere incivilito’. Se questo ragionamento avesse un senso vorrebbe dire che l’Argentina
avrebbe messo a disposizione del lavoro italiano una parte del suo territorio.
A noi risulta invece più semplicemente che si tratta di lavoratori che
dovrebbero andare a lavorare come salariati di imprenditori argentini. Ma c’è
qualcuno del vostro giornale che sappia qual è la vita (se così si può
chiamare) dei lavoratori agricoli occupati nelle fazendas sudamericane?
Tuttavia se non vi fosse altra via d’uscita, per i nostri lavoratori noi
capiremmo la necessità anche di adattarsi a delle condizioni peggiori. Ma
poiché abbiamo una certa facoltà di scelta, per quale ragione non dovremmo preferire
le condizioni più sicure e migliori per i lavoratori?
La Cgil ha coscienza di compiere il
primordiale dei suoi doveri, difendendo e valorizzando come meglio può i
lavoratori italiani dentro e oltre i confini dell’Italia. Essa non si lacscerà
deviare da nessun attacco e da nessuna menzogna.
Grazie della pubblicazione.»
En: Nuovo
giornale d’Italia, 15 febbraio 1947.
Reproducido en: Giuseppe Di Vittorio, Le strade del lavoro. Scritti sull’emigrazione.
A cura di Michele Colucci. Roma: Donzelli, 2012.
miércoles, 25 de enero de 2017
Sul movimento dell'emigrazione dall'Italia e sulle cause e caratteri del medesimo, de L. Bodio (1886)
«Argentina. –
Il grado di stabilità dell’occupazione degli emigranti all’Argntina, dipende
dalla professione che vi sanno esercitare. Gli artigiani trovano quasi sempre
lavoro continuo nelle diverse officine; gli agricoltori anche più facilmente;
invece lo sterratore, il manovale, l’uomo di fatica seguono la sorte del lavoro
temporaneo a cui sono addetti.
Generalmente il lavoro è rimunerativo. Il prezzo
giornaliero della mano d’opera per gli operai ed artigiani è, in città, dalle 8
alle 9 lire, e nei piccoli centri dalle 6 alle 7; ma il costo della vita è
proporzionalmente elevato
Sono frequenti tuttavia le questioni fra sorveglianti,
direttori ed operai, e finchè durano, gli ultimi sospendono la prestazione dell’opera
loro e gli altri il pagamento delle mercedi.
Vi ha però un’altra classe di persone, la quale non può
incontrare che miseria e privazione, ed è quella di coloro che non hanno
professione arte o mestiere determinato, e che per le condizioni in cui sono
nati e cresciuti, non possono adattarsi a lavori troppo umili o di fatica.
Statistica italiana Statistica
argentina
1880 12,003 18,416
81 15,899 20,506
82 22,997 25,560
83 24,127 26,828
84 31,927 30,347
85 37,710 57,827
Cause presumibili dell’aumento verificatosi dal 1882 in poi, furono le inondazioni del
Veneto e lo speciale reclutamento che fu fatto per conto del governo
provinciale di Buenos Aires pei lavori della capitale. Ma si prevede che questo
movimento ascendente avrà una sosta, sia per l’affluenza degli arrivati in una
sola volta (a causa delle sofferte quarantene), sia per la crisi economicha che
attraversa il paese, sia infine per l’incuria ed imprevidenza del Governo
Argentino nel prendere i provvedimenti necessarî ad assicurare all’emigrante
lavoro lucrativo.
Sono queste le cause per cui, mentre in Italia si
spopolano interi villaggi, dalle regioni Platensi si produce una controcorrente
di emigrazione nei paesi limitrofi e massime nel Brasile.
Il Regio Console calcola che negli anni 1880-81 e 82 la
media dei nazionali che hanno fatto ritorno in patria possa ritenersi di 25 a
30 per cento degli arrivati negli stessi anni, mentre la proporzione sarebbe
salita a 35 o 40 per cento nel 1883 e nel I° semeste del 1884.
Rosario di
Santa Fè – L’immigrazione nei porti delle provincie interne dell’Argentina
non è diretta, ma viene da Buenos Aires, ove gli immigranti sbarcano e sono
spediti per le diverse destinazioni. Il numero quindi degli immigrati arrivati
nei porti del Rosario è compreso in quello degli entrati nel porto di Buenos
Aires. Vi fu tuttavia un arrivo diretto nel gennajo del 1883, col piroscafo ‘Elisa’,
che portava 470 passeggeri, presi, la maggior parte, in Europa pei lavori delle
ferrovie.
L’elemento meridionale italiano si ferma solitamente a
Buenos Aires; il settentrionale si spinge nelle campagne e quindi affluisce a
Rosario.
È facile trovare un’occupazione, specialmente nei lavori
agricoli: non difficili i buoni guadagni e i conseguenti risparmi, per color
che abbiano saldi propositi, siano sobri e disposti a fare qualunque mestiere.
Arrivarono nei porti di Rosario e di Santa Fè, nel 1883,
7,361 Italiani; 865 Francesi, 763 Svizzeri; 471 Tedeschi; 410 Spagnuoli. In
totale 10,241.
Hanno interesse per noi grandissimo le leggi che fanno le
Repubbliche Platensi rispetto all’immigrazione. Fino al settembre del 1884 la
legge argentina non permetteva di fare gratuite
concessioni di terreni agli immigranti, benchè ne agevolasse l’acquisto al
prezzo di 10 scudi l’ettaro, e accordando il pagamento in 10 anni. I terreni da
alienarsi a questi patti non potevano superare le mille leghe quadrate.
Il 27 settembre 1884 il Congresso argentino votava però
un’altra legge (prmulgata il 2 susseguente ottobre) per la concessione gratuita
di terre nazionali per colonizzazione, a favore di cittadini argentini o
forestieri aventi lettere di cittadinanza.
Costoro non debbono essere già proprietarî di terreni
nella Repubblica; devono avere più di 22 anni di età; far domanda della
concessione per loro uso e beneficio, e non per favorire terze persone;
occupare le terre entro 5 anni; erigersi un’abitazione; introdurre bestiame per
un determinato valore proporzionale; obbligarsi alla coltivazione ed a fare le
piantagioni volute.
Gli immigrati italiani che hanno contratti col Governo
argentino, o quelli che al loro arrivo dichiarano di voler essere considerati
come immigranti agli effetti della legge sulla concessione delle terre, sono
ricevuti in apposito locale e per 5 giorni sono mantenuti a spese del Governo;
indi vengono spediti o sui lavori ferroviari per conto dello Stato od alle
colonie governative.
In queste il colono deve rimborsare in tre anni il
governo delle somministrazioni fattegli. Allora soltanto riceve i titoli di proprietà
del suo lotto. Questo lotto, dovendo però essere prima misurato, siccome la
misurazione si fa sempre aspettare, avvengono spesso inconvenienti e guai.
Se poi la siccità, le locuste, ecc., mettono il colono nell’impossibilità
di pagare la quota annuale, egli soffre vessazioni dagli esattori, e viene
talvolta spogliato del suo possesso.
In massima l’esecuzione piò o meno corretta, da parte
dell’autorità argentina, dei contratti da essa stipulati per mezzo dei suoi
agenti è aleatoria e dipende molto dall’arbitrio di questi.
Circa l’acquisto di beni immobili nell’Argentina si
osserva che la mancanza di un catasto e la deficienza ed irregolarità dei
registri federali e provinciali rendono spesso impossibile di constatate l’autenticità
di un titolo di proprietà sui terreni del vastissimo territorio argentino. Le
liti sono per ciò frequenti e interminabili contro i compratorio, anche in
buona fede, di terre su cui vantano primitivo diritto di proprietà, lo Stato e
le provincie or i terzi.»
L. Bodio. Sul
movimento dell’emigrazione dall’Italia e sulle cause e caratteri del medesimo. Roma,
Società Geografica Italiana, 1886.
Quanti sono gli italiani in Argentina, de Bruno Zuculin, (1925)
«Molti giovani figli di proprietari di vignetti delle
provincie di Mendoza e di San Juan, figli d’italiani od argentini, vengono a
studiare alla Scuola enologica di Conegliano; così nelle ‘bodegas’ si parla più
italiano che spagnuolo... o meglio argentino, dato che lo spagnuolo parlato
nell’Argentina si differenzia ogni giorno più dalla pura lingua castigliana
dell’antica Madre-patria, non solo nella pronuncia – giò per yo, cavagio per cavaglio, ecc. – ma anche nella terminologia e nella costruzione dei
periodi: oramai non si può certo dire che sia identica la lingua che si parla a
Buenos Aires e quella parlata a Santiago, lima o Avana. È però superfluo
aggiungere che i nostri emigranti non sospettano affatto tante sottigliezze
grammaticali e dicono ‘giò’ con l’assoluta convinzione di parlare come Don
Chisciotte. La grande rassomiglianza tra le due lingue è però un potente
incentivo alla più rapida snazionalizzazione, così che un puro italiano diventa
spesso un vero argentino, cosa che ben di rado succede nei paesi anglo-sassoni,
dove la perdita della nazionalità si ha solo alla generazione nata oltre
Atlántico. Raramente avvengono mutamenti di cognomi (talvolta giustificati come
quello d’un noto medico Ciancio che cambiò nome perchè non voleva vedere
sorrisi sulle labbra di chi parlando la lingua del paese doveva forzatamente
chiamarlo Dottor Porco), in modo che in tutti gli ambienti sovrabbondano i
cognomi italiani, cosa che non succede affatto al Brasile. Per es. nella narina
da guerra i discendenti da italiani sono in numero fortissimo, molti figurano
tra le alte acriche dell’esercito, nel Senato ed alla Camera dei Deputati,
nella magistratura ed in tutti gli impieghi pubblici. Sotto tale punto di vista
è fuori dubbio che in nessun altro paese i discendenti da italiani sono così
preponderanti ed influenti; per quanto la Repubblica Argentina non abbia ora un
Presidente discendente da italiani come le confinanti repubbliche dell’Uruguay
e del Cile, essa ha però una italiana di nascita – Regina Pacini de Alvear – al
posto di Presidentessa, come rilevai in un articolo precedente, così che il
nome dell’Italia è stimato e riverito nella persona della consorte del
Presidente Marcello T. de Alvear.
Le trionfali accoglienze che S. A. R. il Principe di
Piemonte ebbe in tutte le tappe del suo viaggio nell’Argentina, nelle città e
nei villaggi, nelle ‘pampas’ e sulle Ande nevose, provarono a tutti quanto
forte sia sempre negli emigrati l’affetto per la Madre-patria che essi vollero
salutare nel sorriso del giovane Principe Sabaudo che incantò giovani e vecchi
e riscosse le più calorose ed unanimi simpatie.
Un’altra notevolissima prova la diedero gli emigrati
durante la guerra quando dall’Argentina, malgrado la lunghezza e le difficoltà
del viaggio, accorsero sotto le armi in più alta percentuale che quelli degli
altri stati d’oltremare, combattendo valorosamente – spesso senza nemmeno
parlare l’italiano, come un mio domestico – e morendo per la Patria che
moltissimi – emigrati da bambini – non conoscevano affatto, mentre coloro che
rimasero in Argentina costituirono Comitati Pro Patria, raccogliendo tali somme
e distribuendo alle famiglie dei richiamati soccorsi settimanali così ingenti
da far invidia alle famiglie dei richiamati di tutte le altre nazioni alleate,
il che non credo certo sia successo altrove.
In una parola: i connazionali emigrati in Argentina non
si ritengono, ed effettivamente non sono, secondi al altri, anche se meno
numerosi di quelli emigrati agli Stati Uniti.
Onore a loro!»
Bruno Zuculin, «Quanti sono gli italiani in Argentina», Le vie d’Italia e dell’America Latina.
Rivista mensile del Touring Club Italiano. Milano, Anno XXXI, N° 3, Anno II
dell’Ediz. per l’America Latina, Marzo 1925.
Il nostro lavoro nell'Argentina coi primi emigranti, de Giacomo Pavoni (1926)
«L’Italia ha dato ai paesi dell’America latina migliaia
di lavoratori, ma braccia. Gente che ha popolato i deserti, ma uomini di
fatica.
È la definizioe che si dà dei nostri emigranti.
Accettiamola per due ragioni. Primo, perchè in realtà la nostra emigrazione
aveva questo carattere che non ha ancora perduto. Secondo, perchè a
testimoniare l’operosità, l’intelligenza, lo spirito d’iniziativa dei nostri
lavoratori, restano le opere.
Anche nei paesi dove non sono che piccoli nuclei di
avanguardia, qualcosa c’è che non si distrugge del loro lavoro.
Ha un segno di forza e di fatica.
C’è, nel segno – espressione della razza – l’impronta di
una volontà salda, chiara, impavida. Chi ha vinto non avrà avuto che braccia,
ma gli bastarono per salire dall’oscurità ai fastigi del nome e della
ricchezza.
Restano i segni. Da per tutto.
Nell’Argentina, più che in qualunque altro paese. È qui
che i nostri emigrati hanno costruito di più.
Noi li seguiremo nell’opera, senza illuderci di dare la
rappresentazione viva di un quadro che ha proporzioni troppo vaste per la
cornice di un articolo, nè può essere contenuto a frammenti nei due o tre
articoli che scriveremo con più modeste pretese.
L’intnzione è quesat: dare un’idea per quanto lontana del
lavoro ch’essi hanno compiuto laggiù, il quale si ricollega allo sviluppo di
quell’immenso paese in piena efervescenza, e animare qualche figura.
*
*
*
Le prime correnti emigratorie verso il Rio de la Plata si
determinano – pare – intorno al 1853, ma c’è comunque chi le ha precedute.
È dal ’53 l’iniziativa presa a Buenos Aires da un gruppo
d’italiani per la costruzione di un ospedale che sorgerà qualche anno più
tardi.
Si può risalire ancora. Nel ’40, alla Boca, gl’Italiani
sono già numerosi: marinari che esercitano il piccolo cabottaggio coi palebots, calafati, mastri d’ascia,
costruttori che han creato sulle rive del Riachuelo
i loro cantieri, innalzato le prime case di legno, aperto le prime botteghe.
Prevalgono i genovesi. La parlata comune è il dialetto
ligure, vivo anche oggi.
Lo parlano gli stessi argentini, pur così gelosi della
loro nazionalità. è nelle tradizioni familiari, come rimane nella famiglia il
dialetto lombardo e piemontese nelle campagne della provincia di Santa Fè. Qui,
trattandosi di popolazioni sparse, il fenomeno è meno intenso; ma c’è un
momento, alla Boca, in cui il
dialetto ligure diventa una necessità anche per i baschi e... se ce ne sono,
per gli stessi inglesi.
Per molti anni la Boca
è stata una città a sè, con una popolazione prevalentemente marinara. Romane
ancora il centro marinaro della capitale argentina, fulcro del piccolo
cabottaggio, attiva di traffici, ma con la costruzione del porto il movimento
dei passeggeri e delle merci che aveva la sua base nel Riachuelo, è andato spostandosi nei docks.
La borgatta popolosa, in cui predomina l’elemento
italiano, vive ancora del suo; ma se conserva la sua fisonomia di... porto di
mare, va perdendo il carattere che le davano le sue case di legno facilmente
trasportabili, in cui era qualcosa di provvisorio, il dialetto e... gli
allagamenti.»
Giacomo Pavoni, «Il nostro lavoro nell’Argentina coi
primi emigranti». Milano, 1926.
L’Argentina e l’emigrazione italiana, de Dionisio Petriella (s/f)
«Il nostro emigrante, in una città argentina, potrà
divertirsi più o meno come in una città italiana. Se ha passione per il cinema,
con una somma che va da 15 a 150 lire potrà vedere un bel film comodamente
seduto e senza che lo molesti l’aria viziata, perchè nei numerosi cinematografi
argentini (solo a Buenos Aires ve ne sono più di 150), vi è molto spazio tra le
file di poltrone, nessuno fuma, nè uomini nè donne, e nessuno si toglie la
giacca.
Se preferisce il football, ha nella sola Buenos Aires da
scegliere tra una decina di stadii monumentali affollati ogni domenica da
centinaia di migliaia di tifosi.
Il football però ha un concorrente serio nelle corse dei
cavalli, una passione ancestrale dei creoli per i quali costituisce una vera
piaga sociale come il banco lotto per l’Italia, tante sono le scommesse che gli
argentini d’ogni classe sociale giocano nei numerosi e splendidi ippodromi
della Repubblica. Il nostro emigrante vada al football, ma lasci stare i
cavalli, perchè la corsa, carrera, è
una passione contagiosa e costosa. Le persone serie in Argentina hanno orrore
del carrerista, che vive con l’ossessione
costante del suo cavallo favorito, a tal punto che la qualifica di carrerista è sufficiente per frustrare
un buon impiego o la possibilità di un matrimonio. Questo va tenuto molto in
conto dai nostri emigranti scapoli, perchè la donna argentina ha fama di essere
bella e virtuosa.
Contrariamente a quanto si crede la corrida de toros è sconosciuta in Argentina, perchè severamente
proibita dalla legislazione locale, molto favorevole alla protezione degli
animali.
Nella campagna, il nostro emigrante sellerà un cavallo
(troverà sempre l’amico che glielo presti, finchè non abbia il suo) e andrà a dominguear al pueblo. Quivi non gli
mancheranno compagni per una partita a bocce o per un tressette o scopone;
finch
è anche lui non sia conquistato dalle grazie del truco, un bellissimo gioco creolo
eseguito con il nostro mazzo di carte in una o più coppie di giocatori, che
usano esprimersi in versi! Nelle grandi occasioni si hanno corse di cavalli, la
taba ed altri giochi proibiti, e
balli creoli, (il gato, la zamba, la chacarera, etc. che si ballano separati e son tutti graziosi e
castissimi) i quali, a poco a poco, vanno cedendo il passo al tango, il
foxtrot, la rumba ed altri balli cittadini meno casti.»
Dionisio Petriella. L’Argentina
e l’emigrazione italiana. Con prefazione di Vittorio Emanuele Orlando.
Buenos Aires: Asociación Dante Alighieri, s/d.
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