sábado, 17 de diciembre de 2016

Colonización. Estudio histórico y social de la colonia Humboldt, de Gastón Gori (1948)




«La pampa desolada era problema agudo, por eso, en la Constitución, expresamente se estableció: “fomentar la inmigración” y ese sólo precepto nacido de una imperiosa necesidad, encarnó las aspiraciones de la política de oposición al antiguo régimen; y los hombres del 53 y los que les siguieron en el desarrollo económico del país, concentraron en el problema tanta atención, que en un momento dado, no se hablaba de otra cosa que no fuera de abrir las puertas a los inmigrantes para que uniesen sus esfuerzos en el común trabajo de crear nuestra economía agraria como fundamento principal de la vida del estado, ese entonces. Nunca se dice de manera preponderante: “fundar pueblos”, sino crear colonias, arar la tierra. Porque ese era el camino, de tal manera, no nacerían como fin primordial nuevos pueblos en la llanura, sino colonias de gente que se dedicaría a la agricultura, sobreentendiéndose que la convivencia y el comercio harían lo demás. Pero se comete hasta ahora un error cuando se dice por ejemplo: fundación de Esperanza, fundación de Humboldt refiriéndose a la población donde actualmente se asientan esa ciudad y este pueblo. Y el error estriba en no seguir la visión histórica del pensamiento que les dio origen. Porque históricamente no existe una fundación de la ciudad de Esperanza, ni existe una fundación del pueblo Humboldt.
El pensamiento y el programa realizado es inverso y debe considerarse siempre en primer término el establecimiento de la colonia agrícola porque eso es lo que se hizo: fundar colonias, es decir, delinear grandes cantidades de tierras donde trabajaran colonos. La colonia, y el campesino eran lo fundamental y se comprende bien esto cuando se recuerda que al fomentarse la inmigración, se quería por sobre todo, desarrollar la agricultura, hacer que se trabajaran los campos, que se dominara el desierto. Ese era el pensamiento que regía a los gobernantes cuando daban tierras en concesión y ese debió ser siempre el de los que delineaban en la pampa establecimientos agrícolas. Porque nótese que cuando se crea una población en la frontera avanzada, antes de 1853, es siempre una guarnición militar que está rodeada del desierto improductivo. Así se creaban ciudades en la antigüedad romana y así las fundaron los españoles en Sud América después de plantar el rollo simbólico; así también se fundaron en nuestra provincia el fuerte de Melincué, San José de la Esquina, etc., que eran poblaciones de defensa contra los indios y que nunca araron ni levantaron verdaderas cosechas. Pero esa agrupación en el desierto no era lo que vendría después. Ya no interesaba crear una guarnición, ni un poblado similar a los antiguos, sino poner en movimiento los recursos naturales, dar la tierra en grandes extensiones para que fuera cultivada y luchar contra el desierto a golpe de reja, a filo de guadaña.
Para eso se facilitó la concertación de contratos sobre tierras con Brougnez en Corrientes, con Castellanos y Beck-Herzog, etc., en Santa Fe. De manera que ellos fundarían colonias en las que estaba cifrada la fuerza de una nueva fe civil: la prosperidad del Estado levantada por el hombre de campo. Con este panorama general, podremos comprender mejor que Humboldt es antes que nada, para nuestra historia, una colonia cuyos orígenes buscaremos en documentos inéditos; y como pueblo, la agrupación de casas en el centro, con iglesisas, comisaría, escuelas, correos, vecinos, etc., es una resultante del trabajo en el campo y de la necesidad de comerciar y tener un centro próximo a todos los ranchos donde vivían los agricultores, para poder concurrir a los oficios divinos, a las aulas escolares, a demandar justicia y a comerciar, y más tarde, a vivir disfrutando algunos del enriquecimiento proporcionado por el trabajo.»



Gastón Gori. Colonización. Estudio histórico y social de la colonia Humboldt. Santa Fe: Librería Colmegna, 1948.

Fotografías:
Segadora atadora en trabajo (Colonia Humboldt). Autor: Ernesto Helmuth Schlie (1888).
Gaston Gori.

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