«No
las puedo olvidar: una era más grande que la otra. Eran amarillas con dibujos
negros. Parecían un enorme pensamiento. Las vi una mañana a fines del invierno
haciendo el amor en un camino. Al principio creí que eran dos hojas caídas de
un árbol llevadas por el viento. Solas, tan juntas y apretadas estaban; una de
ellas arrastraba a la otra. El viento las derribaba a las dos. Volvían a
levantarse y volvía el viento a derribarlas como si fueran de papel. Así
siguieron luchando contra el viento sin sentirlo, ensimismadas, enamoradas,
enloquecidas. No podía dejarlas, no, no podía, en aquel camino de invierno. Me
arrodillé y las tomé de las alas. Las sentí palpitar entre mis dedos como si
dieran gritos. Las llevé hasta mi casa. Allí las dejé en el borde de la ventana
donde seguía soplando el viento. Almorcé sintiendo que era un acto muy vulgar
almorzar en el momento en que dos mariposas hacían el amor en el borde de una
ventana. Fui corriendo varias veces a verlas. El viento seguía soplando y una
de las mariposas seguía arrastrando a la otra, y la otra seguía adherida a ella
como un alfiler. Y el mundo había desaparecido para ellas.»
Silvina
Ocampo, «Los amantes». En Las
repeticiones y otros relatos inéditos. Buenos Aires: Sudamericana, 2006.
«Io venni in
loco d’ogne luce muto,
che mugghia
come fa mar per tempesta,
se da
contrari venti è combattuto.
La bufera
infernal, che mai non resta,
mena li
spirti con la sua rapina;
voltando e
percotendo li molesta.
Quando
giungon davanti a la ruina,
quivi le
strida, il compianto, il lamento;
bestemmian
quivi la virtù divina.
Intesi ch’a
così fatto tormento
enno dannati
i peccator carnali,
che la
ragion sommettono al talento.
E come li
stornei ne portan l’ali
nel freddo
tempo, a schiera larga e piena,
così quel
fiato li spiriti mali;
di qua, di
là, di giù, di sù li mena;
nulla
speranza li conforta mai,
non che di
posa, ma di minor pena.
E come i gru
van cantando lor lai,
faccendo in
aere di sé lunga riga,
così vid’io
venir, traendo guai,
ombre
portate da la detta briga;
per ch’i’
dissi: “Maestro, chi son quelle
genti che
l’aura nera sì gastiga?”».
Dante Alighieri, Inferno, Canto V, Divina Commedia.
Imágenes:
“Paolo e Francesca”, por Gustave Doré (1861-1868).
“Paolo e Francesca” por Ary Scheffer
(1835).
“Il cerchio della lussuria: Paolo e
Francesca” por William Blake (1824-1827).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.